viernes, 26 de agosto de 2016

CARTA  ABIERTA A LA MUJER COLOMBIANA

Compañera,
En horabuena has decidido dejar de hablar por hablar y no callar sobre asuntos de vital importancia: violencia contra la mujer, abuso y maltrato al menor, pedofilia, etc., de los cuales depende tu integridad, tu bienestar y la supervivencia de la comunidad a la que perteneces. Este hombre que, al igual que sus semejantes, vive por ti, te valora y está al frente para hacer respetar  esa integridad, te invita a considerar ciertos planteamientos e inquietudes que, si reflexionas, veras en ellos el gran perjuicio que esta problemática social, demográfico y cultural acarrea, particularmente para el género que con altura representas. 
La mujer es mayoría numérica en casi todas las latitudes del mundo, casi se puede afirmar por esto que define  la humanidad, y la historia nos muestra que el poder social y político lo ha tenido desde los albores y lo sabe manejar. Ella es la que ha hecho valer con sus luchas y protestas  el positivo y autentico derecho igualitario y esa característica solidaridad de género, le da razón de ser a la expresión: amistad.
No es la mujer ninguna minoría. Por lo que no se explica que haces, a través de algunas organizaciones de la mujer y desde el zócalo de una supuesta minoría social, escudando y respondiendo por el comportamiento del hombre bisexual o “gay” y compartiendo agenda con ideales y reivindicaciones de otra categoría. 
Ese típico hombre heterosexual, por primario y poco sofisticado que te parezca, no es tu enemigo. No pienses que su perdida es tu ganancia en  la mal llamada “guerra de los sexos”. Pues quién en lugar de adorarte al cien y complacerte al mil elegiría hacerte daño o ser tu enemigo?
Ahora bien, la homosexualidad masculina se presenta naturalmente en algunos pocos de nuestros hombres como una excepción que, por fortuna, confirma la regla de oro que la mayoría de los colombianos somos heterosexuales y con ello nos identificamos, aunque  pocos gobiernos, con esa moda impuesta del "enfoque diferencial", se identifican con las mayorías. La sociedad y el estado deben garantizarle a aquella población especial –esa si genuina minoría-, igual respeto y consideración, aun si hace apología y dogmatiza con su condición. Pero estamos hablando de un homosexual que ha luchado por su visibilización, el afeminado, el travestido o el transformado, no así el bisexual que ha hecho de su ocultamiento un valor. Por lo cual, la cultura bisexual como política de estado no es algo correcto y en el caso particular colombiano, va en contra de los mas altos y sagrados intereses de la nación.
Ese tipo bisexual que se multiplica exponencialmente, recién conformo la sigla “LGBTI” donde, parapetado pero sin mostrarse, desde el comienzo discrimina y  excluye toda la diversidad de comportamientos considerados desviados o antinatura, desde la “A” del abstinente hasta la “Z” del zoofílico y no muestra ninguna intención en “salir del closet” pues la franqueza u honestidad en este mundo no parece  formar parte de sus más preciados valores.  
Mira bien. Ese espacio que la cultura bisexual o “gay” ha ganado, con toda su carga de anti valores, es un espacio que tú mujer, como individuo y como genero pierdes. El correcto o natural orden de las cosas y hasta el sentido de la estética lo distorsiona, entonces, ¿cómo crees aún  posible la convivencia en una sociedad con la inversión de valores que la cultura bisexual o “gay” genera?
La bisexualidad es un condicionamiento eminentemente psico y socio cultural revelan los estudios y en ese sentido el desacierto en el debate, por la generalización del fenómeno, comienza con la falacia que el tipo “gay” nace y no que se hace como efectivamente ocurre en la mayoría de los casos. Ese individuo que se reconoce “gay” o que lo duda, en la mayoría de los casos ignora que es víctima de un reclutamiento o acondicionamiento relativo a su comportamiento sexual (iniciado con los padres o familiares en muchos  hogares, los profesores o compañeros en muchos colegios, los sacerdotes o pastores en muchas iglesias o donde quiera que haya jerarquización u ostentación de poder). Tal complejo se retroalimenta de la cultura del miedo y la segregación socioeconómica de donde surgió, y entonces vemos como, mediante diversas formas, pretenden, ahora insólitamente con la inversión del estado nacional y algunos locales, forzar algo raro para convertirlo en algo común, abusando así de los derechos que por ser autentica minoría un sector de la población alguna vez obtuvo.
Ningún tratado internacional que ignorante o irresponsablemente alguien haya firmado a nombre de Colombia, justifica la implementación de estas políticas. ¿Dónde está el derecho de la población heterosexual a disfrutar de una calidad de vida sin renunciar a su propia identidad? ¿Dónde está el denominado derecho superior del niño a crecer en un ambiente emocionalmente equilibrado? ¿Por esta causa expondremos a nuestras  hijas e hijos a experimentar dramas a futuro pudiendo ahora evitarlo?

Estas traumáticas políticas de culturización “gay “en nuestro medio, no solo vulnera derechos, incómoda y en ocasiones lesiona  la comunidad heterosexual e infantil, que es por naturaleza abstinente, entre otras, sino que afecta directamente la población femenina e indirectamente da como resultado que los estándares de selección de su pareja muden con el tiempo, reduciendo así la calidad de esa elección. Con una mujer en esta situación, todo principio de civilidad terminará descomponiéndose de hecho, porque la mujer es eje del hogar y el hogar equitativo es esencial en la construcción de una sociedad postmoderna o postconflicto viable.
Esa mujer tan valiosa, particularmente la joven, tu hija o tu hermana, tienen cada vez menos opciones de conseguir una pareja heterosexual sana o estable, ya que el hombre bisexual o "gay" va compitiendo con ella, se podria decir que por el mismo objetivo, en ese juego social o dinamica de las relaciones de pareja (la promiscuidad característica de la comunidad “gay” es la responsable de lo efectivo que resulta aquel reclutamiento), obligando a la mujer a actuar en los mismos términos. Es decir, invirtiendo sus valores para ganar aceptación en esa sociedad moderna.
Eres una reina no lo dudes, dotada ademas con la facultad y la potestad de formar o moldear al hombre de tus sueños. No dejes que se te usurpe esa cualidad, pues te mereces lo mejor, o sea, esa calidad de vida basada en el respeto, la convivencia y la dignidad, la cual no se te dará en otro escenario que no sea el de una cultura donde predomine lo heterosexual como la que nos identifica. Eso concluyen los estudios al respecto y así lo muestra tanto lo típico como lo tradicional. Lo demás son solo culturas importadas que confunden y empobrecen esa calidad de vida en lugar de enriquecerla.
Bueno, espero que consigas, como individuo y como género, mantener o recuperar esa identidad tan indispensable para la realización plena de la persona y el consecuente desarrolo de las naciones, así podrás tomar una posición responsable sobre el tema. No todo lo que nos trajo la modernidad es positivo, ni negativo todo lo que la moral y las costumbres nos legan.  Es necesario recuperar algo la decencia y la cordura para que nuestra sociedad se sustraiga un poco de tanta locura. 

Con muchisimo amor,


PROGRAMA DE RECONCILIACION Y CONVIVENCIA
PRECON COLOMBIA    @preconcolombia

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